domingo, 3 de mayo de 2015

La Dama de Oro

DE LUNES A LUNES

La semana pasada se realizó en Lima el IX Congreso Latinoamericano de Arbitraje organizado por el Instituto Peruano de Arbitraje, que dirige Carlos Soto Coaguila, y el Capítulo Peruano del Club Español de Arbitraje, patrocinado por Telefónica y auspiciado, entre otros, por el Centro de Arbitragem e Mediacao de la Cámara de Comercio Brasil – Canadá (CAM-CCBC), cuya subsecretaria general Caroline da Silva Costa hizo una excelente presentación de la institución que representa el día miércoles 29 de abril.
Previamente, el martes en horas de la mañana se celebró el IV Congreso Nacional de Arbitraje en el que varios conferencistas nacionales trataron sobre recusación y renuncia de árbitros, materias arbitrales y competencia de los tribunales arbitrales y sobre dispute boards.
En el evento internacional destacó la presencia de Bernardo Cremades quien tuvo una activa participación que cerró con una intervención en el último panel dedicado al financiamiento de terceros en el arbitraje, tema un tanto árido que sin embargo supo explotar de la mejor manera comentando la película «La dama de oro» que había visto no hace mucho y que relata la historia real de María Altmann, una mujer judía, que reclama después de más de sesenta años las propiedades que ha heredado, que los nazis confiscaron a su familia durante la Segunda Guerra Mundial y que finalmente estaban en poder del gobierno de Austria, entre ellos, el más valioso, la célebre obra de Gustav Klimt, «El retrato de Adele Bloch-Bauer I».
En esos afanes a María la patrocinaba un joven abogado, Randy Schoenberg, un joven abogado que suplía su falta de experiencia en estas lides con su ingenio y su ímpetu, con los que litigó con la Corte Suprema de los Estados Unidos y frente a un tribunal arbitral austriaco que le terminó dando la razón. Ello, no obstante, como carecía de recursos, la demandante se encontró obligada a recurrir al financiamiento de un tercero que se permitió cuestionar la presencia del hombre de derecho que recién se iniciaba en el ejercicio profesional y exigía un defensor de más recorrido. La judía no aceptó esa imposición y logró su cometido. Baste agregar como dato anecdótico que la obra, que era el retrato de la tía con la que había vivido Altmann gran parte de su vida, fue vendida en el 2006 a Ronald Lauder, propietario de la “Neue Galerie” de Nueva York en 135 millones de dólares, lo que la convirtió en la segunda pintura de mayor valor en el mundo.
Para Cremades quienes financian no se limitan, como es obvio, a poner su dinero y esperar los resultados, pues como corren los mismos riesgos que los litigantes cuyos gastos asumen, se sienten con idénticos o superiores derechos para exigir ciertas condiciones. Al margen, claro, de la necesidad de divulgar sus identidades para evitar, por ejemplo, que acaben peleando con quien en otro proceso está financiando a la parte que tú estás defendiendo. Aspiración –la de conocer a los financistas– que, empero, tiene sus limitaciones, en los casos de empresas que cotizan en bolsa o de accionariado difundido y variable, pero que busca concentrarse en aquellas personas que tienen una cartera significativa capaz de influir o encontrarse afectadas por los avatares de los procesos arbitrales que la firma asume.
EL EDITOR

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