domingo, 22 de septiembre de 2013

La corrupción florece donde la libertad se marchita

DE LUNES A LUNES

En circunstancias en que la corrupción se extiende, según se dice, por todo el mundo, noticias como la de un vagabundo que devuelve una bolsa con 42 mil dólares en la ciudad de Boston, son realmente alentadoras. Demuestran que no todo está perdido o que en realidad la situación no es como la pintan algunos. Lo mejor de todo es que el personaje de esta historia, Glen James, ha experimentado un cambio radical en su vida, pues más de 4 mil personas en los Estados Unidos, conmovidas con su gesto, han efectuado donaciones a su favor por una cifra que ya supera los 110 mil dólares, lo que significa otro hito: que una recompensa, pues de alguna manera hay que llamarla, haya superado en más del doble al monto devuelto. El relato adquiere visos de leyenda por tratarse, como queda dicho, de un vagabundo que vive en la calle desde el año 2005 y a quien, a juzgar por lo que refiere el cable de la BBC y por lo que resulta obvio, le habría venido muy bien quedarse con el dinero que incluía 2 mil 500 dólares en efectivo y el saldo en cheques de viajero.

Justo es reconocer el rol de Ethan Whittington, de 27 años, que impresionado por el hecho no dudó en comenzar la colecta por internet a través de una plataforma de crowd-funding, como se llaman las webs de recolección de fondos por vía electrónica. Mención especial merecen, igualmente, aquellos anónimos colaboradores que igualmente se han sentido impactados por la honestidad de Glen James quien ni bien alertó a la policía sobre el hallazgo declaró que en ningún instante pensó en quedarse con un solo centavo, lo que dice mucho de la elevada moral de este antiguo empleado judicial.

Que el ejemplo de Boston sea el que se extienda por el mundo y que la lección de James sea asimilada por aquellos que tienen lo que él no tiene y mucho más y, sin embargo, empeñan fuertes sumas de dinero en comprar conciencias y en buscar por medio de malas artes aquello que no podrían alcanzar actuando correctamente.

Para que ello sea posible, no bastan, sin duda, relatos como éste. Es indispensable que las autoridades, la prensa seria y responsable y los gremios y asociaciones así como la comunidad en su conjunto se pongan alertas y se denuncie todo aquello que marcha por el camino equivocado. Mientras más controles ciudadanos haya, menos corrupción habrá. No hay que olvidar que la corrupción florece allí donde la libertad se marchita.

EL EDITOR

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