El jueves 13 ante una
nutrida concurrencia se inauguró en el auditorio del Gobierno Regional de Piura
el IV Congreso Regional de Arbitraje organizado por el Instituto Peruano de
Arbitraje que preside Carlos Soto Coaguila y el Capítulo Peruano del Club
Español de Arbitraje con el patrocinio de Telefónica y de la Corte Superior de
Justicia de Piura que preside Juan Carlos Checkley Soria. Abrieron el evento,
además de los señalados anfitriones, Lourdes Flores Nano del Consejo Consultivo
del IPA y Juan Ramón Balcells Olivero, secretario general de Telefónica.
El doctor Nelson Ramírez
Jiménez reclamó que se exija a los árbitros algunos requisitos mínimos
vinculados fundamentalmente a la especialidad que deben acreditar como
condición para ser designados en procesos particularmente complejos. Lo hizo en
el marco del tercer panel del IV Congreso Regional de Arbitraje de Piura al hablar
sobre los criterios que se deben tener en cuenta para elegir un buen tribunal
arbitral.
Se discutió bastante sobre
las entrevistas que sostienen las partes con los árbitros antes de ser
designados y los riesgos que se derivan de esas reuniones. Se comentó que existen
partes que tratan por todos los medios de hacer que el árbitro de alguna manera
adelante alguna opinión que pueda inducirlas a pensar que inclinaría la
decisión que adopte hacia la posición de quien lo busca. No se dijo pero es
obvio que el árbitro quizás no pretenderá deliberadamente que la parte lo elija
así como tampoco hará ningún esfuerzo para inducirla a que no lo haga.
La verdad de las cosas es
que el árbitro de parte a medida que se extiende el arbitraje en el mundo
empieza a perder trascendencia porque aún en la hipótesis de que se conduzca dentro
del tribunal como un abogado de quien lo designa su influencia en el resultado
de las actuaciones es mínima en el entendido de que si no se pone de acuerdo
con el otro árbitro de parte en la elección del tercero que presidirá el
colegiado, éste será nombrado por la institución seleccionada o por alguna
entidad ajena a ambas partes, lo que probablemente también ocurra en la eventualidad
de que poniéndose de acuerdo seleccionen a un tercero auténticamente
independiente.
Esta evidencia fortalece al
presidente del tribunal cuyo rol adquiere cada vez más relevancia pues, con
prescindencia del rol de los árbitros de parte, éste siempre será el fiel de la
balanza y el que finalmente decidirá el destino y el sentido del laudo. El
tribunal se enriquecerá, desde luego, con los aportes de los árbitros de parte
pero quien llevará la batuta será el presidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario