El martes 11 en el marco de la asamblea general extraordinaria de la Organización Deportiva Panamericana realizada en Miami se eligió a Lima como la sede de los XX Juegos Panamericanos que se desarrollarán en el año 2027. La capital del Perú volvió a ser designada después de cuatro años de haber sido la sede de los Juegos del 2019. Solo la ciudad de México ha sido anfitriona durante dos veces pero con una diferencia de veinte años. Primero fue en 1955 y luego en 1975.
El comité ejecutivo de Panam Sports decidió retirar la nominación de
Barranquilla en atención a los reiterados incumplimientos, principalmente de
índole financiera, que hacían dudar de que pueda llegar en condiciones óptimas
a las metas trazadas. Ante esa situación tanto Asunción como Lima se ofrecieron
a recibir el encargo que luego de la respectiva votación favoreció al Perú que
cuenta con una infraestructura deportiva, hotelera, gastronómica y turística de
primera línea que se reforzó para albergar las competencias del 2019 y que
ahora solamente tendrá que repotenciarse.
Se da por descontado que esta vez no se optará por los contratos de
Gobierno a Gobierno que precisamente empezaron a utilizarse en el país con
ocasión de los anteriores Juegos Panamericanos, de manera excepcional según se
dijo en su momento pero que se han extendido a lo largo de todo el territorio
nacional con pésimos resultados, encareciendo innecesariamente las obras y
eludiendo de una u otra manera la acción fiscalizadora de la Contraloría
General de la República y del Organismo Supervisor de las Contrataciones del
Estado.
En esta oportunidad se espera que se hagan las inversiones estrictamente
necesarias que probablemente no sean muchas ni de gran envergadura considerando
la infraestructura preexistente que sirvió para las competencias de los
anteriores Juegos Panamericanos del 2019. Y que lo que se construya tenga una
visión de largo plazo como Santiago, que fue la sede en el 2023 y que
rápidamente convirtió la villa en la que alojó a los deportistas en viviendas
de interés social para darle un mejor uso.
Aquí la Villa Panamericana sirvió para alojar transitoriamente a algunos
de los enfermos afectados por la pandemia pero luego no pudo dársele otro uso.
Se comenta que convertirlos en viviendas demandaría una inversión muy grande
que elevaría demasiado el costo de cada unidad inmobiliaria al punto de no
poder competir en ningún formato, por el precio y por su ubicación.
Dicho sea de paso, en los Juegos Panamericanos del 2023 Chile gastó la
mitad de lo que gastó el Perú en el 2019, para hacer prácticamente lo mismo que
se hizo aquí. En esta nueva oportunidad que se de trabajo serio y bien
remunerado a los ingenieros, proyectistas, supervisores y constructores
peruanos que han levantado todo lo que se ha hecho en el país y que se haga lo
justo para que el éxito sea mayor. (RG)
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