lunes, 25 de febrero de 2019

Sobre coimas y adendas en las obras públicas


DE LUNES A LUNES

Existe una creencia bastante generalizada según la cual las coimas que algunos contratistas pagan para hacerse ilegalmente de las adjudicaciones de ciertas obras se recuperan con las adendas que se suscriben luego para incrementar el monto de los contratos. Eso no es cierto. Esas coimas se pagan de los fondos de cada contratista y en principio reducen sus ingresos. Tratan de recuperarlas, cuando pueden, en contubernio con los funcionarios a quienes han sobornado y que deberían controlar su trabajo, colocando en la obra menos fierro, menos concreto, menos materiales en general, menos personal, menos equipos y menos maquinaria.
No es fácil crear artificialmente la necesidad de una obra adicional que obviamente no se requiere. Primero porque hay que reunir una cadena de aprobaciones que compromete a muchos actores y segundo porque a partir del quince por ciento del monto de la obra, todo adicional debe ser previamente autorizado por la Contraloría General de la República. Si el adicional no es indispensable para alcanzar el objeto de la obra no se autoriza. De manera que tampoco es cierta esa afirmación según la cual los contratistas provocan adicionales sólo para aumentar el monto de la inversión y por tanto incrementar su utilidad.
Tampoco es verdad que los adicionales los obtienen a través de arbitrajes, entre otras razones, porque la Ley de Contrataciones del Estado expresamente ha excluido de su competencia esta clase de pretensiones así sea que se formulen como si fueran enriquecimiento indebido, enriquecimiento sin causa, indemnizaciones o cualquier otra, que se deriven o que se originen en la falta de aprobación o en la aprobación parcial de adicionales que deberán ventilarse en todo caso en el Poder Judicial.
Los adicionales, por lo demás, forman parte de la obra y se integran a ella de tal suerte que cualquier peritaje o inspección posterior, medianamente serios, debe reportarlos, indicando si era necesario y precisando su costo. De manera que lo invertido en ellos debe estar en la obra.
EL EDITOR

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