domingo, 28 de abril de 2024

En defensa de la presunción de inocencia

 DE LUNES A LUNES

El predictamen de nueva Ley General de Contrataciones Públicas que han expedido de manera conjunta las comisiones de Descentralización y Economía del Congreso de la República no contribuye en el propósito de atraer al mundo de las contrataciones con el Estado a los mejores proveedores, al menos no lo hace en el capítulo que aborda los impedimentos para participar en un procedimiento de selección, para ser postor, contratista y hasta subcontratista.

El artículo 30 del documento recoge impedimentos de carácter personal, en razón de parentesco, para personas jurídicas o por representación así como aquellos derivados de sanciones administrativas, civiles o penales o por la inclusión en otros registros de naturaleza sancionadora. El problema estriba en que las prohibiciones afectan no solo a las autoridades nacionales, regionales o locales en sus respectivos ámbitos de competencia sino que se extienden en diversas direcciones. Por un lado, en el tiempo hasta un año después de haber dejado el cargo. Por otro lado, alcanza a los familiares hasta el segundo grado de consanguinidad e idéntico grado de afinidad y comprende al cónyuge y concubino obviamente así como al progenitor del hijo impedido.

Se supone que el impedimento se circunscribe al sector o entidad en que presta o hubiere prestado servicios el técnicamente inhabilitado para contratar con el Estado. Entre los registros figuran los de deudores de reparaciones civiles, de sancionados por malas prácticas, contra servidores públicos y deudores alimenticios, al punto de que si un proveedor debe alimentos a sus hijos no puede trabajar en su giro para poder precisamente pagar esa obligación.

Esa prohibición trae a colación la que impedía contratar en el pasado a quien tenía deudas con la seguridad social. Tampoco podía trabajar para honrar esa acreencia. Después se quiso ampliar a quien debía impuestos y no había fraccionado sus pendientes. Por ese camino, como se demostró antes y no hace falta demostrarlo ahora, se llega más temprano que tarde a no tener postores.

El congresista que es contratista y que suspende su actividad mientras dura su mandato. ¿Qué pasa cuando deja el Parlamento? ¿No puede volver a su quehacer habitual, a lo que se ha dedicado toda su vida? ¿Y sus familiares? ¿Están condenados a la quiebra?

Esa triste realidad explica no sólo el bajo número y nivel de postores sino también el escaso número de profesionales y empresarios de éxito interesados en incursionar en la vida política del país. O sea, se pierde por partida doble.

¿Qué hacer? Se puede intentar una norma más amigable. Por ejemplo, si el candidato al Congreso y toda su familia se dedican a la construcción, no porque salga elegido, la familia tiene que abandonar su fuente de ingresos, su giro de siempre. Mientras no se advierta la intervención del congresista no hay por qué impedir ninguna actividad.

Otro escenario, totalmente distinto, es aquel en el que los parientes de un congresista recién electo constituyen una empresa constructora al día siguiente de la juramentación del nuevo padre de la Patria. Eso puede resultar altamente sospechoso. Pero igualmente habrá que observarlo, no prejuzgar nunca.

Con los modernos adelantos tecnológicos que los inspectores tienen a su alcance se puede medir muy rápidamente los desbalances patrimoniales, los signos exteriores de riqueza, el movimiento migratorio, los viajes de placer y las invitaciones de dudosa procedencia, las partidas registrales de inmuebles y vehículos de alta gama, las adquisiciones de joyas y relojes de lujo, información que corresponde procesar para determinar si cabe iniciar alguna investigación más en detalle.

Lo que sucede es que el país está acostumbrado a legislar prohibiciones en lugar de analizar indicios. Está acostumbrado a castigar la presunción de inocencia y suponer que el principio opera al revés de modo que todos son culpables mientras no se les pruebe lo contrario.

Esa perspectiva debe cambiar por el bien de todos y sin minimizar la lucha implacable contra la corrupción en todas las formas en que esta se manifiesta.

Ricardo Gandolfo Cortés

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