domingo, 18 de diciembre de 2022

Hay que privatizar los procedimientos de selección

DE LUNES A LUNES

Esta semana se informó que el gobierno ecuatoriano ha negado el salvoconducto para que salga del país a una exministra del gobierno de Rafael Correa a quien Buenos Aires le ha concedido asilo. La exfuncionaria permanece refugiada en la casa del embajador argentino en Quito desde hace más de dos años luego de haber sido condenada a ocho años de cárcel por cohecho, por haber solicitado sobornos por cerca de 8 millones de dólares a empresas a cambio de contratos con el Estado. El expresidente Correa y sus ex colaboradores involucrados en estos ilícitos rechazan las sentencias y sostienen que se trata de una persecución política.

La noticia grafica un problema grave que confrontan varios países de América Latina y el mundo en general al que por cierto no es ajeno el Perú, como es obvio. La solución requiere de una gran dosis de integridad y desprendimiento. Se trata de liberar a los funcionarios públicos de la necesidad de participar directamente en la adjudicación de los contratos del Estado, trasladando esa responsabilidad a profesionales independientes que pueden actuar como personas naturales o integrando personas jurídicas.

De esa forma se excluye a las autoridades de la siempre difícil tarea de evaluar y seleccionar ofertas y de elegir proveedores que les quita valioso tiempo porque se adiciona estas labores a sus quehaceres habituales y fundamentalmente porque los expone a muchos riesgos y tentaciones que pueden llevarlos directamente a prisión.

Existen muchos profesionales especializados en esta clase de procedimientos fogueados en el sector público o privado, ex funcionarios retirados de las planillas del Estado, por ejemplo, que acumulan una importante experiencia que podría ser muy útil en estos menesteres. Lo mismo puede decirse de quienes han formado parte de empresas que con frecuencia se presentan a licitaciones y concursos que convocan las entidades y que dominan todos sus detalles.

Esos conocimientos pueden ser perfectamente aprovechados en beneficio del país alejando de la administración pública y de sus servidores el peligro al que están expuestos. Así como se confían algunos procesos a organismos internacionales como la Oficina de Proyectos de las Naciones Unidas, el Organización Internacional para las Migraciones y otros, también deberían encargarse a organismos nacionales que demuestren haber comprometido el servicio de profesionales altamente especializados en estas materias.

Para ese efecto, basta modificar la Ley de Contrataciones del Estado en el extremo en que dispone que los procesos sean organizados por las entidades como destinatarias de los fondos públicos, en forma directa o indirecta a través de un encargo específico formulado por otra entidad. Sólo excepcionalmente la norma las autoriza a delegar las actuaciones preparatorias y los procedimientos de selección a organismos internacionales debidamente acreditados, sujetándolos únicamente al compromiso de observar los principios que la inspiran y los tratados que incluyen disposiciones sobre el particular suscritos por el Perú.

La Ley estipula que el convenio que se celebre debe incluir cláusulas que establezcan la obligación de remitir la documentación referida a su ejecución al Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado y a los órganos que conforman el Sistema Nacional de Control, exigencia que desde luego se mantendría al extender esta opción hacia el sector privado con una ventaja adicional en el sentido de que confiando el procedimiento de selección en profesionales nacionales se mantendría también la sujeción a la Ley de Contrataciones del Estado y a su Reglamento y no solo a sus principios rectores.

Privatizar los procedimientos de selección es una alternativa perfectamente válida para minimizar el riesgo y alejar del sector público el peligro de que la corrupción pretenda dominarlos. No la derrotará totalmente, desde luego. Pero la pondrá frente a actores mejor equipados para hacerle frente con éxito porque quienes asuman estas responsabilidades lo harán garantizando plenamente su actuación y asumiendo las consecuencias que de ellas se generen.

Si a ello se le agrega la necesidad de modificar el régimen de adjudicación para hacer posible que el país contrate siempre a los mejores, pues el combate contra la corrupción tendrá un escenario mucho más óptimo.

Ricardo Gandolfo Cortés

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