domingo, 17 de julio de 2016

Ética y corrupción

DE LUNES A LUNES

El jueves 14 se celebró en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú un seminario sobre ética y corrupción en el arbitraje, organizado por los centros de la Cámara de Comercio de Lima, de la Cámara de Comercio Americana del Perú (AmCham) y de la institución educativa anfitriona, bajo la acertada conducción de Silvia Rodríguez.
Sobre las ventajas del arbitraje institucional frente a los riesgos del arbitraje ad hoc intercambiaron opiniones Rolando Eyzaguirre, Fausto Viale, Franz Kundmüller y César Guzmán Barrón. Sobre grupos de árbitros, designaciones frecuentes y faltas al deber de declaración hablaron Álvaro Aguilar, Alfredo Bullard, Fernando Cantuarias, Walter Albán y Roger Rubio.
Sobre arbitrajes en contratos públicos comentaron Rigoberto Zúñiga, que presentó los resultados del estudio realizado por el CARC PUCP contraponiéndolo con los de la Contraloría General de la República y poniendo de relieve sus coincidencias, Gonzalo García Calderón, María del Carmen Tovar, José Daniel Amado y Ricardo Salazar Chávez, ex presidente del OSCE, quien destacó que nuestro editor, Ricardo Gandolfo Cortés, al elaborar el proyecto de la primera Ley de Contrataciones del Estado en 1997, incorporó el arbitraje como medio obligatorio de solución de controversias en estas materias, dando lugar a esa revolución jurisdiccional que incrementó exponencialmente el número de esta clase de procesos, democratizándolos y extendiéndolos a todo el país.
Como lo hemos reconocido en diversas ocasiones ese fenómeno también trajo consigo múltiples problemas: escasez de buenos árbitros, malas prácticas y equivocados procedimientos. Nada de eso, sin embargo, es comparable, como lo dejó entrever el doctor García Calderón, con el enorme beneficio que reporta y que permite que en los últimos dieciocho años la gran mayoría de los pleitos se solucionen en promedio en ocho meses cuando antes se resolvían, por decirlo de alguna manera, en ocho años.
Hay que combatir las malas prácticas, desde luego, persiguiendo y sancionando a quienes incurren en ellas. Hay que hacer en simultáneo una pedagogía permanente para formar nuevos y mejores árbitros. Hay que persistir en perfeccionar los sistemas. Pero cuidando siempre la institución que tanto costó insertar en nuestra normativa y que, como lo recordó el doctor Guzmán Barrón, despierta la admiración y la sana envidia de otras naciones.
EL EDITOR

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