El miércoles 8 la doctora Pilar Mazzetti, que preside el Comando de Operaciones Covid-19 creado por la Resolución Ministerial 155-2020-MINSA, estuvo en Arequipa y desde allí hizo un llamado a la unidad en la lucha para evitar la propagación del coronavirus. Entre otras declaraciones, admitió que el país no tiene suficientes equipos de ventilación asistida ni el número requerido de pruebas para detectar la infección. Tampoco tenemos los elementos de protección indispensables para que médicos y enfermeros puedan desarrollar cabalmente y sin mucha exposición y riesgo su valiosa tarea.
Las adquisiciones de emergencia que se han aprobado tardan en llegar y, lo que es peor, a menudo se frustran a medio camino porque son interceptadas por otros compradores que ofrecen precios más elevados o que decomisan las mercaderías en cuanto los aviones aterrizan y hacen escalas técnicas en determinados aeropuertos.
Otros equipos y elementos médicos que se encontraban en los almacenes del ministerio de Salud aparentemente han sido vendidos o donados al extranjero dejando desamparados a muchos de nuestros profesionales.
Ambas denuncias exigen una severa investigación. En el primer caso, para examinar las penalidades aplicables e indemnizaciones que se pueden reclamar a esos proveedores del exterior que incumplen sus contratos a los que no deberíamos volver a comprarles absolutamente nada. En el segundo caso, para esclarecer las responsabilidades que hubiere y para sancionar a los culpables.
Mientras tanto habrá que alentar la reparación de ventiladores que ha emprendido la Marina de Guerra con un conjunto de médicos y expertos así como la elaboración de otros mecánicos, proyecto en el que están involucrados ingenieros de la Universidad Católica de la mano de otros especialistas.
Una industria nacional fuerte y en permanente crecimiento es siempre la mejor defensa frente a emergencias como la que ahora azota al mundo. No hay que descuidarla.
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