domingo, 5 de enero de 2025

Presupuesto inicial y costo final de una obra

DE LUNES A LUNES

El ingeniero Félix Delgado Pozo, ex presidente del Tribunal de Contrataciones del Estado, escribió un artículo altamente ilustrativo en la revista del Consejo Departamental de Lima del Colegio de Ingenieros del Perú, en marzo del 2018, que aclara el concepto equivocado pero muy extendido, desde entonces, de que todo incremento en el costo de una obra, por la diferencia entre el presupuesto o valor inicial y el valor final es inevitablemente fruto de algún acto de corrupción.

En el texto se reconoce que toda obra humana puede mejorarse, perfeccionarse o superar omisiones o deficiencias que en modo alguno pueden ser calificadas como delitos, salvo claro está que quien deba corregirlas deliberadamente se niega a hacerlo sin ninguna razón que lo justifique. Recuerda que entre el momento en que se diseña una obra y el momento en que ésta se ejecuta es frecuente que se produzcan cambios generados en la variación de factores de distinta naturaleza, provenientes del entorno, que escapan de lo que se puede prever, como muy bien lo señaló en el año 2006 el propio Colegio de Ingenieros del Perú en un comunicado suscrito por el entonces Decano Nacional Héctor Gallegos Vargas.

En todas las obras los ingenieros deben adecuar o modificar los proyectos y costos originales, dando lugar a los denominados presupuestos adicionales y deductivos, a efectos de optimizar los diseños y ajustarlos a las exigencias de la realidad. Los presupuestos adicionales se derivan por tanto de hechos perfectamente normales en la ejecución de las obras en cuya implementación se subsanan las omisiones o deficiencias del expediente técnico, según el citado comunicado.

El ingeniero Félix Delgado acota que los adicionales se generan en respuesta a las necesidades técnicas de cada proyecto y se derivan en la mayoría de los casos en diferencias geotécnicas, geológicas, hidrológicas, hidráulicas, en drenajes, entre otras especialidades, que producen mayores costos que se regularizan a través de adendas o de órdenes de cambio, según se trate de obras públicas o privadas, destacando que las obras no son mejores por tener un menor costo, son mejores por cumplir plenamente el objeto para el que son diseñadas sin ocasionar problemas futuros.

Hay otras causales ajenas al proyecto que tienen gran incidencia en las modificaciones contractuales como los conflictos sociales inesperados, las expropiaciones indispensables para proseguir con los nuevos cursos de las obras, las interferencias desconocidas con servicios públicos diversos, los restos arqueológicos, el agotamiento prematuro de las canteras o múltiples impedimentos para disponer de ellas por acción de las comunidades que aducen ser sus propietarias o que se resisten a aceptar que se deposite transitoriamente material excedente en sus jurisdicciones, que impactan en los plazos y en el valor final del proyecto. Eso ocurre en el Perú y en cualquier parte del mundo.

El documento admite que adicionales y adendas son necesarios para la ejecución de la obras, tanto en el sector público como en el privado, al punto que sus respectivos procedimientos están perfectamente regulados en todas las normas sobre contratación pública. La contratación privada, agregamos nosotros, se regula en el Código Civil que también contempla la obligación de compensar las variaciones que impliquen mayor trabajo o aumento en el costo de la obra.

Para construir una obra hay que desarrollar un expediente técnico con los estudios y diseños de ingeniería con todos los elementos que los componen: memoria descriptiva, especificaciones técnicas, planos, metrados y presupuestos entre otros. Se elaboran considerando la funcionalidad, resistencia y duración del proyecto en base a los estudios preliminares así como a aquellos complementarios que se utilizan como insumos para el diseño y para preparar los planos y el presupuesto que, como su nombre lo indica anotamos nosotros, constituye el conjunto de supuestos previos que permite establecer el costo referencial de la obra.

Félix Delgado Pozo advierte que la tendencia a contratar a través de la modalidad del concurso oferta o de las asociaciones público-privadas conduce a convocatorias con muy bajos niveles en los diseños, limitadas a estudios de factibilidad, con muy poca información y muestreo de campo en aspectos fundamentales, porque los expedientes técnicos que los recogen se realizan con plazos muy cortos y montos menores a los necesarios.

Un taller organizado en Lima por la Oficina de Proyectos de las Naciones Unidas reveló en el 2017 que una de las principales causas de las fallas que generan adicionales son los expedientes técnicos deficientes que deberían elaborarse a un costo mínimo equivalente al 3% de la inversión y que sin embargo se elaboran, en el sector público, a valores que oscilan entre el 1% y el 1.5% de este total. Lamentablemente la situación no ha cambiado.

Otro factor que contribuye al incremento de adicionales son los bajos precios que se pagan por el servicio de supervisión de obras que el mismo taller de la UNOPS detectó en el orden del 3% de la inversión cuando debería estar en promedio en el 6.5% de ese monto. Algunas normas –actualmente derogadas– incluso llegaron a establecer, acotamos nosotros, que estos valores no podían superar el 10% del costo de la obra salvo en caso de que se produzcan adicionales y otras variaciones ajenas a la normal ejecución del proyecto. En esa eventualidad, podían ser mayores al 10% del monto de la inversión. Obviamente, con precios del orden del 3% poco es lo que puede hacer la supervisión para lograr la cabal ejecución de la obra.

El artículo igualmente analiza el concepto de sobrecosto tan recurrido con el objeto de cuestionar y poner en entredicho los resultados de algunos proyectos. La práctica común lo define como la diferencia entre el costo final y el costo inicial de una obra. Es una definición totalmente equivocada. Sobrecosto es la diferencia entre el costo final y el costo real de una obra. El costo inicial, por diversos motivos y principalmente por los señalados en este recuento, es muy referencial y habitualmente insuficiente. Como todo presupuesto, está condicionado a que los supuestos previos en los que se sustenta concilien con la realidad y eso es muy difícil y ocurre en muy pocos casos.

Acto seguido repasa los requisitos más elementales para que un adicional reúna las condiciones para ser considerado correcto y no como un incremento indebido del costo. En primer término debe ser imprescindible para corregir una omisión o un defecto de diseño a efectos de lograr que la obra cumpla su objeto. En segundo lugar debe verificarse que todos sus componentes hayan sido incorporados en el proyecto: mano de obra, materiales, equipamiento, en la cantidad y con la calidad señalada en el expediente técnico. En tercer lugar, debe comprobarse que el monto del adicional haya sido bien calculado en costo y tiempo dentro de los márgenes establecidos en el contrato.

Indica que no es posible obtener una ventaja indebida mediante una adenda aun cuando esa sea la intención del contratista porque hay controles eficientes de la supervisión y de la entidad que no lo permiten, a lo que añadimos nosotros que no se puede inventar un adicional inexistente, que pueda formalizarse de esa manera, porque hay verificaciones que comprometen a muchos profesionales, técnicos y obreros que tienen que dejar constancia en los cuadernos de obra y en la documentación propia de la ejecución misma de todo cuanto se hace y se deja de hacer.

Las obras por lo demás a pesar de tener características propias pueden agruparse con otras similares que han sido ejecutadas con anterioridad, a nivel nacional o internacional, en función de las condiciones del entorno específico a fin de determinar un rango aproximado de costo por metro cuadrado equipado o sin equipar, si se trata de una escuela, centro comercial, oficinas o viviendas, de costo por cama si se trata de hospitales y centros de salud, de costo por kilómetro si se trata de carreteras, ferrocarriles y  metros o canales de irrigación, con variables para el caso de construcciones en costa, sierra o selva.

Si los proyectos que se someten a este escrutinio se ubican por encima de estos márgenes habría que verificar los motivos de esos mayores costos que en ocasiones se derivan de obras auxiliares o temporales, de ensayos que debieron desecharse al comprobarse que no encajaban finalmente en la realidad del terreno o de los cambios que éste ha experimentado con respecto al diseño y otros. En ocasiones, la diferencia puede obedecer a una mala práctica o a actos abiertamente ilícitos que se han escapado de todos los controles y en tal hipótesis debe ser perseguida y sancionada con todo el peso de la ley.

Si por el contrario los proyectos se ubican dentro de esos rangos pues está claro que están en su precio. Si, como sucede con frecuencia en el Perú gracias a los esfuerzos de la ingeniería nacional, se encuentran en el límite inferior de esos márgenes o aún por debajo de ellos, eso significa, precisamos nosotros, que se han optimizado los recursos asignados y se ha logrado ahorrar costos para alcanzar el objeto de cada contrato. En los cálculos se incluye, como es obvio, todas las adendas y todos los adicionales que se hubieren aprobado y eso en modo alguno afecta, como puede verse, el costo final de cada obra. Lo sitúa en su exacta dimensión.

Las adendas y adicionales en todo el mundo resultan imprescindibles para concluir los proyectos al punto de que existen obras emblemáticas de la ingeniería que han superado varias veces sus presupuestos originales y que, sin embargo, no reportan ningún acto de corrupción en su ejecución. Son los casos del Teatro de la Ópera de Sidney en Australia que superó 14.5 veces su costo de partida; el Bruj Khalifa de los Emiratos Árabes que superó en 1.7 veces su monto original; el Aeropuerto Internacional de Hong Kong que superó en 8.2 veces su estimación inicial; la Presa Tres Gargantas en China que superó en 4.3 veces la previsión con la que empezó; el Túnel Ferroviario de San Gotardo en Suiza que superó en 1.4 veces su costo de partida; la Gran Excavación de Boston en Estados Unidos que superó en 5.2 veces su monto original; el Euro Túnel que une Gran Bretaña con Francia que superó en 3.8 veces su estimación inicial, y el Plan Delta en Holanda que superó en 5.5 veces la previsión con la que comenzó.

La conclusión es que lo que corresponde comparar no es el presupuesto inicial con el costo final de cada obra sino el costo final de cada obra con el costo promedio de obras de similar naturaleza construidas en el país o en cualquier otro lugar. Los montos originales, como queda dicho, aquí y en cualquier sitio, suelen quedar insuficientes frente a las necesidades de cada proyecto. Pero aun cuando los expedientes técnicos se elaboran sin realizar todos los ensayos, pruebas e inspecciones indispensables para alcanzar una mayor aproximación a la realidad, igualmente por falta de recursos. El consejo, por tanto, es efectuar estudios completos que puedan minimizar las variaciones futuras y que puedan garantizar en alguna medida menos obras paralizadas por falta de fondos.

Ricardo Gandolfo Cortés