DE
LUNES A LUNES
Según un proyecto de nueva Ley de
Contrataciones del Estado que estaría por remitirse al Congreso de la República
“para desempeñarse como árbitro, se requiere estar inscrito en el Registro
Nacional de Árbitros administrado por el OSCE, conforme a los requisitos y
condiciones establecidos en la Directiva que apruebe el OSCE para tal efecto.”
Dos observaciones de estilo: Se “requiere”
conforme a los “requisitos”. En una línea, dos veces “OSCE”. Podría mejorarse
la redacción. Podría decirse, por ejemplo, que “para desempeñarse como árbitro
dentro de los alcances de esta Ley, es indispensable estar inscrito en el
Registro Nacional de Árbitros administrado por el OSCE, conforme a los
requisitos y condiciones que se establezcan en la Directiva que para tal efecto
se apruebe.”
Las deficiencias de estilo no son exclusivas de
las normas sobre contratación pública, es cierto. Desde hace un buen tiempo,
sin embargo, parece que se ha despedido a los correctores de las diversas
reparticiones de la administración del Estado. Los textos lloran.
Al margen de ello, resulta increíble que se
siga pensando en registros únicos y en desechar la posibilidad de que distintas
personalidades eventualmente puedan enriquecer un tribunal arbitral con sus
aportes. Hay, desde luego, muchos profesionales a los que no les interesa en
absoluto inscribirse en ningún registro ni ser árbitros, que pese a ello
podrían integrar un tribunal para contribuir con sus conocimientos al
esclarecimiento de algún caso especialmente complejo. ¿Por qué impedirlo? ¿Por
qué privarle al país de la contribución de sus mejores cuadros en la resolución
de los conflictos que se suscitan en las contrataciones públicas? No tiene ni
pies ni cabeza.
La única explicación es que se quiere ejercer
un mayor control sobre los arbitrajes para evitar que se desvíen y se escapen
de la legalidad como si ello fuese posible cerrando círculos, desterrando a
hábiles profesionales o despidiéndolos como se ha hecho con los correctores de
estilo. Los resultados son los mismos: para llorar.
En PROPUESTA somos partidarios de los menores
controles posibles y de registros abiertos. Preferimos como árbitros a
profesionales reconocidos que pueden no ser expertos en la materia pero que no
dudarán en asesorarse de la mejor manera antes de resolver una causa. Los
preferimos frente a esos otros profesionales a los que nadie conoce, que
amontonan diplomados de dudosa procedencia y se la pegan de especialistas en
contrataciones públicas pero cuyos laudos dejan mucho que desear.
A estos últimos no les faltan arbitrajes.
Todo lo contrario, se precian de tener un alto número. En cambio los otros,
esos que no quieren inscribirse en ningún registro porque están dedicados a
otras tareas, no evaden ninguna responsabilidad. Cuando les toca, las cumplen
con seriedad. Con esa misma seriedad que en ocasiones reclamamos para las contrataciones
del Estado. No equivoquemos el camino.
EL EDITOR
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