domingo, 29 de septiembre de 2013

No hay que ahuyentar a los inversionistas

Con licencia para matar
El contralor general de la República Fuad Khoury solicitó esta semana que se apruebe el proyecto de ley que había remitido al Congreso destinado a aumentar las penas aplicables a los delitos de corrupción. Lo hizo en el marco de la IV Conferencia Anticorrupción Internacional que se celebra en Lima y que inauguró el presidente del Consejo de Ministros, Juan Jiménez Mayor, destacando, en su intervención, que el gobierno había fortalecido la labor de las procuradurías para perseguir de manera tenaz los delitos de corrupción, aunque advirtió que aún falta avanzar en la aprobación de iniciativas legislativas orientadas a vigorizar esa lucha.
Todo ello está muy bien. Lo que está mal es que se diga que en los últimos cuatro años de cuatro mil denuncias por corrupción se tengan 300 sentencias y de ellas sólo 90 favorables al Estado, para que al día siguiente el vocal supremo Víctor Prado Saldarriaga aclare que según las estadísticas que tiene el Poder Judicial hay 900 sentencias y no 300. En cualquier caso, no está nada bien que se desperdicien tantos recursos humanos y materiales en promover acciones de control y juicios que no llegan a ninguna parte o en involucrar innecesariamente a tantos funcionarios en procesos de determinación de responsabilidades de los que al final, probablemente después de varios años, salen airosos. ¿Alguien se preocupa de indemnizarlos por el gasto, el tiempo y el mal rato? Algo, sin duda, está caminando mal y es hora no de lamentarse sino de corregir.
También está mal que se diga que la corrupción en el Perú genera pérdidas por 10 mil millones de soles cuando en realidad el presupuesto del sector público destinado a inversiones y/o gastos de capital, de conformidad con la Ley 29951, no llega a 22 mil millones. Es imposible que la corrupción, por grande que fuese, le impida al Estado beneficiarse con un equivalente al 50 por ciento de este total, cuando año a año se proclama a todos los vientos que la administración pública, es verdad, no invierte todos los recursos con que cuenta pero se reporta que los devuelve al tesoro, cuestionándose siempre su falta de capacidad para gastar. Al parecer también adolece de capacidad para calcular lo que pierde por malas prácticas, faltas y delitos.
De hecho, deben perderse sumas significativas pero que ni por asomo llegan a los 10 mil millones de soles. La sola mención de esa cifra, más aún en un evento internacional, por el contrario, es capaz de ahuyentar del país a aquellos inversionistas interesados en venir. Que se combata a la corrupción con toda energía pero que no se la pretenda presentar con una fuerza que no tiene. Hay que tener más cuidado. (J.B.)

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