Ricardo Ríos Berríos (Desde Lisboa)
Las asociaciones entre el sector público y el privado
se remontan a la época de los romanos en la que se compartían riesgos y
responsabilidades para superar en forma mancomunada el déficit de
infraestructura que se multiplica como consecuencia de los escasos recursos del
Estado y de su imposibilidad de atender la creciente demanda.
Es importante recalcar que mediante una Asociación
Público Privada el Estado compra o contrata un servicio y no una
infraestructura. Compra o contrata –por lo general en salud, saneamiento,
transportes o energía–, únicamente durante el período de concesión, lo que
significa que no transfiere la propiedad de lo que entrega que habitualmente es
una obra, que no por ello deja de ser pública.
Los ejemplos de
crecimiento de la infraestructura en diversos países utilizando la modalidad de
APPs son impresionantes. Portugal ha pasado en los últimos diez años de tener
300 kilómetros de pistas asfaltadas a 3,000 km. El caso de Colombia la
situación es mucho más envidiable. Baste señalar que en los últimos quince años
han multiplicado 20 veces la inversión en infraestructura, pasando a cifras del
orden de 25 mil millones de dólares para los próximos diez años. Ni qué decir de
Brasil o México que, como era de esperarse, concentran el 40% de la inversión
de APPs en Latinoamérica. En México
además, la Cámara de Consultores (CENEC) en unión con la Universidad Autónoma,
han creado un Diplomado en APPs, que tiene gran acogida y que demuestra la
importancia que se le asigna en dicho país a la capacitación de los
funcionarios y profesionales públicos y privados y de la necesidad de que
conozcan y dominen esta herramienta que fomenta la creación de infraestructura.
En el Perú hay que imprimirle una mayor celeridad a la
consecución de obras con esta modalidad de APPs y con otras, como aquella que
permite canjear obras por impuestos. El país reclama de un sector privado más
creativo y arriesgado y de un sector público más dinámico que asegure una
estabilidad legislativa y contractual, que no se exponga a ningún cambio
traumático, pues, como se sabe, estas modalidades maduran a largo plazo y la
mayoría de operaciones se pactan por no menos de quince años.
En el extranjero, entre tanto, y para enfrentar la
crisis de manera imaginativa, los consultores y constructores han advertido que
a través de las asociaciones público-privadas pueden crear nuevas fuentes de
trabajo que, a su vez, crean infraestructura sin requerir de un financiamiento
íntegramente proveniente del Estado.
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