domingo, 7 de abril de 2013

Una verdadera herramienta de desarrollo


Ricardo Ríos Berríos (Desde Lisboa)
Las asociaciones entre el sector público y el privado se remontan a la época de los romanos en la que se compartían riesgos y responsabilidades para superar en forma mancomunada el déficit de infraestructura que se multiplica como consecuencia de los escasos recursos del Estado y de su imposibilidad de atender la creciente demanda.
Es importante recalcar que mediante una Asociación Público Privada el Estado compra o contrata un servicio y no una infraestructura. Compra o contrata –por lo general en salud, saneamiento, transportes o energía–, únicamente durante el período de concesión, lo que significa que no transfiere la propiedad de lo que entrega que habitualmente es una obra, que no por ello deja de ser pública.
 Los ejemplos de crecimiento de la infraestructura en diversos países utilizando la modalidad de APPs son impresionantes. Portugal ha pasado en los últimos diez años de tener 300 kilómetros de pistas asfaltadas a 3,000 km. El caso de Colombia la situación es mucho más envidiable. Baste señalar que en los últimos quince años han multiplicado 20 veces la inversión en infraestructura, pasando a cifras del orden de 25 mil millones de dólares para los próximos diez años. Ni qué decir de Brasil o México que, como era de esperarse, concentran el 40% de la inversión de APPs en Latinoamérica.  En México además, la Cámara de Consultores (CENEC) en unión con la Universidad Autónoma, han creado un Diplomado en APPs, que tiene gran acogida y que demuestra la importancia que se le asigna en dicho país a la capacitación de los funcionarios y profesionales públicos y privados y de la necesidad de que conozcan y dominen esta herramienta que fomenta la creación de infraestructura.
En el Perú hay que imprimirle una mayor celeridad a la consecución de obras con esta modalidad de APPs y con otras, como aquella que permite canjear obras por impuestos. El país reclama de un sector privado más creativo y arriesgado y de un sector público más dinámico que asegure una estabilidad legislativa y contractual, que no se exponga a ningún cambio traumático, pues, como se sabe, estas modalidades maduran a largo plazo y la mayoría de operaciones se pactan por no menos de quince años.
En el extranjero, entre tanto, y para enfrentar la crisis de manera imaginativa, los consultores y constructores han advertido que a través de las asociaciones público-privadas pueden crear nuevas fuentes de trabajo que, a su vez, crean infraestructura sin requerir de un financiamiento íntegramente proveniente del Estado.

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