DE LUNES A LUNES
Como consecuencia de la decidida
opción por el arbitraje institucional tomada por la Ley de Contrataciones del Estado,
a través de las modificaciones introducidas a su texto por el Decreto
Legislativo 1341, y por su Reglamento, a través de los ajustes incorporados por
el Decreto Supremo 056-2017-EF, que han terminado reduciendo al arbitraje ad
hoc a su mínima expresión, PROPUESTA reitera sus antiguos conceptos en el
sentido de que hay procesos buenos y malos en una y otra modalidad arbitral.
Somos conscientes de que los
arbitrajes institucionales están o deberían estar rodeados de mayores garantías
y en esa línea somos los primeros en reclamar y ponderar que los centros tengan
elevados estándares éticos, morales y profesionales que marquen la diferencia. Nos
preocupa que los actuales centros no tengan las capacidades logísticas para
atender la creciente demanda de procesos y que no se encuentren instalados en
todo el territorio nacional. Nos preocupa que la reforma ocasione la creación
de nuevos y diversos institutos arbitrales de las más variadas formas y
procedencias con el único objeto de no quedarse fuera del sistema y que en ese
esfuerzo al final continúen actuando en el arbitraje en contrataciones públicas
los mismos operadores de los que, al menos en apariencia, las autoridades
quieren librarse.
Quizás pueda ser más útil crear
exigencias muy puntuales que podrían minimizar el impacto de determinadas
decisiones, como por ejemplo, impedir que una misma entidad o proveedor elija a
un mismo árbitro en más de cinco procesos arbitrales en un período de cinco
años o exigir que todas las actuaciones arbitrales sean difundidas en línea y
que la transparencia no se limite a la publicación de los laudos, de las
recusaciones y de los nombramientos.
Tampoco se puede reclamar que
aquí se apliquen regulaciones que corresponden a otras realidades en las que no
hay un número tan elevado de arbitrajes como en el Perú. Es cierto que la nueva
normativa apunta a reducir considerablemente esa estadística pero no menos
cierto es que eso tomará un buen tiempo. Mientras tanto, la tarea es formar
nuevos árbitros y crear escuela para que no todo vaya a arbitraje y que la
cantidad de los procesos se reduzca a los que efectivamente revelan una
controversia. Sincerar los arbitrajes es la gran tarea del momento. Y en ese
esfuerzo, todos están llamados a colaborar.
EL EDITOR
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