El
vicerrector de la Universidad Católica, Efraín Gonzales de Olarte, ha señalado
–en un interesante artículo publicado en El Comercio el lunes 7 de enero– que ha
llegado el momento de promover la importación de bienes de capital, de
tecnología y capital humano altamente calificado aprovechando la fortaleza del
sol y las bajas tasas de interés a efectos de tratar de hacer parte de la
tercera revolución industrial en el Perú.
Es verdad
que al país le faltan profesionales altamente capacitados en distintas
disciplinas. También es verdad que en ocasiones y para determinados procesos de
selección se exige que el personal propuesto por los postores para el
desarrollo de los trabajos tenga maestrías, doctorados y experiencias que
desbordan largamente las exigencias propias de ciertas posiciones con lo que se
agrava aún más la escasez a la que se refiere Gonzales de Olarte.
El
economista admite que el panorama internacional será mejor que en el 2012 pues
tanto Europa como los Estados Unidos están enfrentando la crisis con políticas
heterodoxas que relanzarán la actividad económica como consecuencia de los
ajustes que están introduciendo en sus mercados. Reconoce que no habrá grandes
logros pero se aquietarán las expectativas y sobrevendrá la calma que creará
las condiciones para que los países chicos sigan creciendo dentro de los
límites que les imponen sus respectivas realidades. Al Perú, según Gonzales de
Olarte, le sobran recursos naturales pero le falta capital físico y sobre todo
capital humano.
La
ausencia de capitales nacionales es una característica de todos los países
chicos en los que no se acumula la riqueza ni que crea un empresariado fuerte
capaz de comprometerse firmemente con su desarrollo y de enfrentar los desafíos
del futuro con sus propios recursos. Los fondos privados no llegan a los niveles
que la inversión reclama razón por la que se necesita al capital foráneo que
por su volumen lidera los consorcios que se conforman y dirige sus operaciones
según sus particulares intereses. Para que eso cambie, los capitales nacionales
tendrán que consolidarse, concentrarse, reinventarse y convencerse de que
reuniéndose en alianzas estratégicas pueden eventualmente alcanzar objetivos que
siempre les serán esquivos si los pretenden lograr en forma individual.
En
cualquier caso, la coyuntura, como lo confirma Gonzales de Olarte, sirve la
mesa para la reforma del Estado y para propiciar políticas sectoriales con las
regiones destinadas a promover inversiones que sean capaces de conectar la
productividad del trabajo como las aspiraciones de sus poblaciones.
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