domingo, 29 de abril de 2012

Cuidado con centralizar las compras

DE LUNES A LUNES

En PROPUESTA 82, hace cinco años, cuando se empezó a sugerir la necesidad de centralizar las compras públicas en un organismo autónomo con el objeto de garantizar, según se dijo entonces, ahorro, eficiencia, transparencia y honestidad, a propósito de una ola de denuncias sobre licitaciones anuladas y otros escándalos, como los que se han reproducido ahora con los proveedores de las Fuerzas Armadas en el VRAE, dijimos –lo que ratificamos hoy– que es imposible pretender centralizar todas las compras del Estado en un solo organismo. Es verdad que lo que se ha planteado en estos días es centralizar sólo todas las compras del Ministerio de Defensa. Pero no menos cierto es que la objeción es igualmente aplicable.


Según la información que se ha difundido esta semana las Fuerzas Armadas tienen previsto gastar este año cerca de mil cien millones de soles: más de quinientos millones la Fuerza Aérea, más de trescientos el Ejército y cerca de doscientos millones de soles la Marina. Las Fuerzas Armadas realizan adquisiciones muy diversas y con muy distintas características que exigen, para tener éxito, de la participación de profesionales de múltiples especialidades. No es lo mismo comprar repuestos para aviones de guerra que laboratorios para hospitales, alimentos para la tropa que se interna en la selva que chalecos de protección contra las balas para los soldados que prestan servicios en la sierra o para aquellos que resguardan los cuarteles de la ciudad. Hay muchas diferencias y hay que conocer las necesidades del usuario para poder atenderlas adecuadamente.

A los efectivos que van detrás de las huestes terroristas no se les puede poner un chaleco de un peso superior al que pueden soportar porque ello perjudica su desplazamiento. Las modernas técnicas aconsejan que los chalecos más gruesos los lleven los soldados que van a la cabeza y al final de la columna, que son las posiciones más vulnerables al enemigo, pero que se van rotando entre los demás miembros de la patrulla para que el peso –y el mayor riesgo– sea distribuido entre todos. Pese a ello, esta semana se han escuchado toda clase de críticas contra los famosos chalecos. No extraña que quienes así se expresan en su mayoría no tengan el más mínimo conocimiento del asunto.

Sin embargo, esos mismos críticos serían los encargados de las compras centralizadas de las Fuerzas Armadas ahora y mañana de los demás ministerios, porque el mismo criterio servirá tarde o temprano de sustento para replicar el modelo de concentración en las demás áreas de la administración pública.

En el 2008 se promulgó el Decreto Legislativo Nº 1018 que creó la Central de Compras Públicas –PERU COMPRAS– sobre la base de una antigua dependencia del extinto Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado. Actualmente está inoperativo. Entre otras razones porque concentrar estas actividades significa un enorme retroceso en materia de descentralización en circunstancias en que se transfieren importantes recursos a las regiones y se opta decididamente por la desconcentración económica y política.

En cualquier caso, si lo desean, pueden resucitarlo antes de crear otro elefante blanco. Pero es importante que se advierta que las deficiencias del sistema no se subsanan concentrando funciones en una sola institución. Todo lo contrario, eso incrementa el peligro y los costos en juego. Los ahorros no son tales y se termina por perder más de lo que se gana. Siempre es mejor que cada entidad lidere responsablemente sus procesos y que compren lo que realmente quieren. Lo que el Estado tiene que hacer es facilitarles las tareas y recomendarles que contraten a expertos independientes para que hagan las selecciones.

Un soldado siempre preferirá que el rancho le traiga esa comida típica bien conservada que es la misma que le espera en la mesa de su casa en lugar de esa otra que viene enlatada y con sabor a producto guardado que se pretende repartir a toda la tropa por igual en todo el territorio nacional. Que también se respeten las diferencias y los gustos diversos.

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