domingo, 2 de noviembre de 2025

Nueva obra de gobierno a gobierno con 131% de adicionales

Según la Ley General de Contrataciones Públicas vigente desde abril ninguna obra puede tener adicionales por montos mayores al cincuenta por ciento del monto del contrato original y previa aprobación de la Contraloría General de la República para el tramo que supera el treinta por ciento. Yo mismo me he manifestado en contra de esta limitación que viene de atrás y de esta exigencia que se ha reducido porque antes era desde el quince por ciento. Me ratifico en ese cuestionamiento porque hay proyectos que requieren de mayores prestaciones indispensables para alcanzar su objetivo y en tales casos hay que ejecutarlas porque de lo contrario se tiene una nueva obra paralizada. Eso de convocar otra licitación para hacer el saldo que queda pendiente es absurdo porque a menudo es de tan poco monto el nuevo encargo que ni siquiera hay postores o los que aparecen son realmente impresentables.

La reflexión viene a cuento a propósito de la obra del canal de la quebrada Huaycoloro en Lurigancho cuyo contrato fue suscrito por 320 y que terminó costando 740 millones de soles. La construcción está destinada a proteger a 30 mil pobladores ante los frecuentes desbordes e inundaciones que se producen con frecuencia, según denunció el diario La República en su edición del jueves último.

La obra debió concluir el 27 de octubre de 2024 y acabó doce meses después. De manera que no solo hubo un incremento del monto del contrato nada menos que del orden del 131 por ciento sino que también hubo un atraso excesivo e injustificado. ¿Por qué no se detuvo la construcción ni bien llegó al cincuenta por ciento del presupuesto inicial? La respuesta está en el modelo de contrato de gobierno a gobierno que se utilizó con la supuesta idea de acelerar los plazos de ejecución y de minimizar los adicionales.

Contra esta clase de convenios se han pronunciado el año pasado los colegios profesionales de ingenieros, arquitectos y economistas así como la Cámara Peruana de la Construcción y la Asociación Peruana de Consultoría. Este año confirman su oposición y advierten que el modelo no tiene éxito ni se usa en la actualidad en ninguna parte del mundo, encarece considerablemente las obras y dilata innecesariamente sus plazos. Los ex ministros de Economía y Finanzas José Salardi y José Arista han coincidido en su propuesta para no insistir en ellos y la misma Ley General de Contrataciones Públicas los ha restringido solo para objetos contractuales de alta complejidad que no puedan ser ejecutados bajo otros modelos a precios menos onerosos.

El plazo era de 895 días y empezó el 16 de mayo de 2022, de manera que se demoró un 40 por ciento adicional. Un primer informe de Contraloría detectó una actualización que representó un adicional del orden del 83.17 por ciento del monto contratado, que llevó el monto a 586 millones de soles. Eso puede ocurrir cuando se empieza a construir con un expediente técnico incompleto, insuficiente para alcanzar el objeto del encargo. La responsabilidad es compartida por la entidad que lo aprueba y por el contratista que lo recibe luego de adjudicársele el trabajo. En tales circunstancias no debe autorizarse el inicio de la ejecución de las obras hasta que todos los estudios estén debidamente aprobados.

Si el proyecto hubiera estado bajo el imperio de la normativa nacional, no hubiera empezado. Y si, pese a sus deficiencias, hubiera comenzado, al llegar al cincuenta por ciento de incremento, se habría paralizado indefectiblemente. Como no estuvo bajo el imperio de la normativa nacional, sus costos siguieron creciendo sin pausa.

La Contraloría responsabilizó a la Autoridad Nacional de Infraestructura por un segundo adicional que llevó el monto a 652 millones de soles por no gestionar eficazmente el retiro de cruces vehiculares informales, que obviamente no aparecen en los planos oficiales pero que se detectan fácilmente en las visitas al campo, así como por otras dificultades que impidieron el acceso del contratista a la zona del trabajo creando incertidumbre sobre la culminación del proyecto y sobre su capacidad hidráulica. Este segundo informe reportó un nuevo aumento que alcanzó el 103.94 por ciento y que afectó la oportuna puesta en servicio de las defensas ribereñas en perjuicio de la población ante la inminente temporada de lluvias.

Un nuevo incremento llevó el monto a los señalados 740 millones de soles lo que representa más del 131 por ciento del monto contratado. El proyecto todavía no se entrega. Está en la etapa de cierre comercial, de levantamiento de observaciones, de transferencia a la municipalidad de Lurigancho y de definiciones respecto al mantenimiento de las obras físicas, trámites que eventualmente podrían elevar aún más el costo total.

Otra prueba más como para no reincidir en esta clase de convenios.

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