domingo, 12 de octubre de 2025

La financiación de inversiones con bonos

DE LUNES A LUNES

Los bonos soberanos son instrumentos financieros que emiten los gobiernos para determinados gastos e inversiones cuando los fondos de su presupuesto están destinados a cubrir otras necesidades. Por lo general se emiten para apalancar dinero para proyectos de infraestructura, salud y educación; para cubrir el déficit fiscal y para cumplir con el pago de deudas anteriores contrayendo deudas nuevas. Quienes adquieren los bonos le prestan dinero al Estado para que éste se los devuelva a su vencimiento con una tasa de interés variable que les paga periódicamente.

Los gobiernos pagan sus deudas con bonos soberanos a efectos de que sus acreedores cobren los intereses en las oportunidades previstas y el principal al final. Hay, sin embargo, quienes una vez recibidos los bonos los negocian en el mercado nacional o internacional con el objeto de disponer de inmediato de liquidez para sus propias operaciones o, mejor todavía, para pagar deudas contraídas a tasas promocionales y quedarse con la diferencia de intereses como utilidad adicional.

Es el caso de algunas empresas contratistas cuyo negocio financiero es recibir bonos soberanos de altos intereses por el avance de sus prestaciones y cancelar con ellos lo más pronto posible las deudas con sus bancos, algunos de los cuales están comprometidos a financiar actividades de desarrollo y con ese fin tienen tasas promocionales. El negocio está en pedir préstamos a tasas bajas y recibir bonos a tasas altas para pagar con éstos rápidamente las deudas e incrementar sus ganancias con lo que queda en la operación, que suele redituar mayores dividendos que el mismo trabajo que se ejecuta para el Estado, que de ordinario se adjudica al postor que presenta los menores precios.

Como los intereses van incrementándose día a día el contratista siempre quiere recibir a la brevedad sus bonos soberanos para cancelar sus préstamos. Ese trámite requiere de algunas conformidades y aprobaciones burocráticas que intenta apurar por todos los medios a su alcance para amortizar su deuda. De esa manera trabaja siempre con dinero ajeno y su propio capital queda a salvo de cualquier riesgo.

Quien finalmente cobra los intereses del bono es el banco que lo recibió como pago por el préstamo que le otorgó al contratista. También gana el diferencial entre lo que le factura a su cliente y lo que le factura al Estado emisor del bono. Los gobiernos, entretanto, aseguran que sus inversiones se ejecuten con eficacia porque el proveedor se esfuerza en hacer bien sus labores a efectos de tener las conformidades y aprobaciones en el tiempo más corto posible.

Al parecer, todos ganan.

Ricardo Gandolfo Cortés

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