Artilugios de la más variada especie de los vecinos
En el Perú, desde que entró en vigencia la Ley de Contrataciones del Estado en 1998, se brinda toda clase de facilidades a los postores procedentes de cualquier país dispensándoles a todos ellos un trato justo e igualitario, en armonía con lo dispuesto en el inciso a) de su artículo 26º, sin distinción de nacionalidades o procedencias al punto que cualquier atisbo de restricción que eventualmente pueda considerarse como una limitación es inmediatamente eliminado de las bases o términos de referencia de los procesos de selección que se convocan en el país.
En el Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE) se puede confirmar la masiva participación de postores procedentes de diversos países y de manera especial de la Comunidad Andina de Naciones en virtualmente todos los sectores de la administración pública, en los procesos de concesión y en privatizaciones.
Es preciso señalar que la mayoría de ellos ni siquiera se establecen en el país y menos aún abren oficinas sucursales. Todo lo contrario, vienen y se van o se quedan mientras sigan obteniendo adjudicaciones con el agravante de que no abren planillas, violando las disposiciones laborales sobre la materia. En adición a ello, no tienen las cargas tributarias y legales que soportan los nacionales lo que los coloca más bien a ellos paradójicamente en posición de privilegio respecto de los peruanos para acceder a contratos que se desarrollan aquí y con fondos del tesoro público.
La realidad, sin embargo, es totalmente distinta cuando se trata de postores peruanos que pretenden participar en los procesos de selección que se convocan en esos mismos países de donde proceden quienes intervienen sin ninguna restricción en los que se convocan aquí poniendo en evidencia una absoluta e inaceptable falta de reciprocidad que no vacila en recurrir a artilugios de la más variada especie.
Se han detectado diversos casos en los que se exige que las experiencias de los postores y de sus equipos se restrinjan a aquellas que puedan haberse acumulado sólo en los países en que se convocan tales procesos, que los profesionales que se proponen para el desarrollo de los distintos servicios tengan que estar inscritos en los registros de los colegios y gremios de esos mismos países, con lo que obviamente impiden que los profesionales peruanos puedan participar en esos procesos pues ningún contratista va a desarrollar todo ese trámite, que toma sus tiempos y encarece los costos, sólo para intervenir en un concurso o en una licitación de resultado incierto.
Recientemente se ha llegado al extremo de exigir que el ancho de vía de las carreteras que pueden acreditarse como experiencia tengan una medida mínima que está por encima de las dimensiones autorizadas en el Perú por el Manual de Diseño Geométrico de Carreteras (DG-2001), aprobado por Resolución Directoral N° 143-2001-MTC/15.17, con lo que ningún postor nacional podría presentar como parte de su currículum los trabajos realizados aquí.
Frente a esa evidencia lo único que queda es hacer lo propio en el Perú e incluir en las bases y términos de referencia de los procesos que convocan las distintas reparticiones de la administración pública disposiciones con el mismo objetivo, priorizando las experiencias en la zona o zonas aledañas a aquella en que se van a ejecutar los proyectos, exigiendo que los profesionales que se propongan para el desarrollo de los trabajos se encuentren inscritos en el país e introduciendo mecanismos de carácter técnico similares a los que consignan las bases de las licitaciones y concursos que se convocan en esos otros países que se podrían considerar, por ejemplo, en atención a la facultad que el mismo inciso a) del artículo 26° de la LCE concede a las bases para exigir requisitos técnicos y comerciales de carácter general y que por expreso mandato de esa misma norma no constituyen tratamiento discriminatorio como el que es materia de esta reiterada denuncia.
Ahora que el Perú inaugura el Año de la Integración Nacional y el Reconocimiento de Nuestra Diversidad no es mala idea empezar a preocuparse genuinamente, por reconocer la diversidad de nuestros problemas y específicamente por nuestros postores y contratistas a los que se les impide trabajar afuera mientras nosotros –entre generosos e ingenuos– dejamos que todos los de afuera vengan aquí como Pedro en su casa.
domingo, 8 de enero de 2012
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