lunes, 20 de junio de 2022

El principio de publicidad

DE LUNES A LUNES

El proceso de contratación debe ser objeto de publicidad y difusión con la finalidad de promover la libre concurrencia y competencia efectiva para facilitar su supervisión y control. Es lo que dispone la Ley de Contrataciones del Estado en la amplia y meticulosa relación de principios que la inspiran y que le proporcionan sustento a la actuación de entidades y proveedores. Así como la transparencia exige proporcionar información clara y coherente, la publicidad exige divulgar esa misma información clara y transparente para no dejarla arrinconada sin que sea conocida por un gran número de destinatarios.

Mientras más publicidad haya mayor será la posibilidad de tener más postores y evitar de ese modo que sólo concurran eventualmente quienes puedan disponer de información privilegiada respecto de procedimientos de selección y demás detalles de las convocatorias. O quienes se encuentren más vinculados a quienes hacen el llamado y que deberán decidir quién es el elegido para proporcionar los bienes que hay que suministrar, los servicios que se deben prestar o las obras que se deben construir.

En un principio se anunciaban las licitaciones a través de bandos y pregones para adjudicarse a través de subastas públicas al precio más bajo. La idea era poner en conocimiento de la mayor cantidad de posibles postores el contrato que se iba a licitar para que haya una pluralidad de opciones para elegir. El método era muy simple, se otorgaba el trabajo al que ofrecía hacerlo en las condiciones que se requerían al menor precio. Los requisitos mínimos que supuestamente se exigían no eran muy difíciles de cumplir para cualquier proveedor. No había mayor avance en este aspecto y se confiaba mucho en la seriedad con la que cada contratista encaraba los encargos que se le hacían. No habían malas prácticas y los postores se esmeraban por ofrecer lo mejor que tenían en sus respectivas carteras y una vez recibida la adjudicación no dudaban en ejecutar sus trabajos conforme a lo prometido. Cualquier sospecha de alguna acción ilícita o alguna conducta corrupta era inmediatamente proscrita cuando no sancionada muy rápidamente.

La historia de las adjudicaciones no ha cambiado mucho aunque ciertamente se han introducido variables importantes para no dejar todo librado al monto que se oferta. Hay mecanismos muy extendidos en la actualidad, es cierto, que privilegian los méritos de los postores y de sus equipos profesionales o las calidades de sus productos por encima de los valores que quisieran cobrar por las prestaciones. Incluso hay regímenes que prescinden por completo de los precios y se concentran únicamente en la calidad y en los méritos.

La publicidad sí ha cambiado bastante. Primero gracias a la aparición de la imprenta y los periódicos que permitieron hacer las convocatorias más formalmente primero a través de publicaciones que se distribuían como volantes y después con avisos que se insertaban en las páginas de los diarios de mayor circulación. Luego incluyendo un calendario de actividades que consideraba de manera central la fecha y hora del otorgamiento de lo que vendría a ser la buena pro. Más recientemente el internet ha puesto en funcionamiento un sistema de comunicación de alta fidelidad que hace posible una cobertura mucho más amplia que cualquier otra, aunque efectivamente condicionada a aquellos lugares donde el mismo servicio pueda prestarse sin caídas abruptas e intempestivas que puedan poner en tela de juicio la idoneidad del sistema para esta clase de procesos.

La idea es rodear a estos procedimientos de las mayores garantías y no de perforar sus seguridades como lamentablemente parece haber sucedido con el sistema electrónico que se generalizó en el país como consecuencia de la pandemia y que al ser vulnerado permitió distorsionar muchas adjudicaciones al crear un mercado negro destinado a comercializar con los precios que ofertaban los postores para que el coludido con los facinerosos se presente con uno más bajo que todos y se haga del contrato en disputa.

Difundir una convocatoria se ha vuelto algo tan esencial que quienes están habituados a participar en esta clase de procedimientos de selección tienen personal especializado en rastrear nuevas oportunidades para el desarrollo de sus actividades. A menudo las detectan mucho antes de que sean insertadas en los medios habilitados para estos efectos haciéndoles el respectivo seguimiento desde que se aprueba el plan de contrataciones de cada entidad con la que aspiran a concretar alguna operación futura y desde que se pone a andar el presupuesto de cada sector.

Esas acciones, sin embargo, no excluyen la obligación de darle toda la publicidad posible a la convocatoria para que quienes no han advertido la inminencia de una licitación sepan que ésta se viene y decidan si participan en ella. Con independencia de los canales regulares del sistema electrónico hay organismos internacionales que organizan y administran procesos por encargo o financian proyectos y adquisiciones y que hacen sus convocatorias por sus propios mecanismos o a través de los medios de comunicación y no por eso carecen de la debida difusión ni dejan de llegar a aquellos receptores a quienes están dirigidas. Con frecuencia son procedimientos más complejos y de mayor envergadura que capan el interés de los postores más grandes tanto nacionales como extranjeros.

Entre estas instituciones destacan la Oficina de Proyectos de las Naciones Unidas UNOPS, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Internacional para las Migraciones OIM, así como dependencias de otros países que amarran préstamos y suscriben convenios con algunos Estados y los condicionan a la contratación de proveedores originarios de sus naciones como requisito para los desembolsos. El Perú por fortuna desde hace varios años atraviesa por una situación de relativa estabilidad económica que descansa en el alza de los precios de los minerales y de las materias primas y que le permite contar con presupuestos para sus inversiones y por tanto prescinde de estos créditos atados a los que recurrió con éxito en el pasado como recurren ahora otras naciones, aunque a costa de contraer más deuda pública.

Con la consolidación de la publicidad el mundo de las contrataciones también empezó a conocer las malas prácticas que se graficaban en la difusión de las convocatorias a través de volantes que en lugar de distribuirse masivamente los encargados de repartirlos los dejan en los tachos de basura no para dejar de entregarlos a una mayor cantidad de destinatarios sino atendiendo a una consigna especial o a través de periódicos de circulación muy restringida con escasas posibilidades de llegar al gran público y al público objetivo de cada llamado.

Esas conductas revelan otras tantas formas en que se expresa la corrupción y que se persigue desde entonces pero que ponen de manifiesto la importancia de la publicidad y la necesidad del delito de cortar sus canales de difusión para asegurar sus torvos propósitos.

Ricardo Gandolfo Cortés

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