domingo, 27 de marzo de 2022

Entre la pedagogía y la persecución

DE LUNES A LUNES

La Contraloría inhabilitará a cientos de funcionarios durante la segunda mitad de este año en ejercicio de la capacidad sancionadora con la que ahora cuenta según informó el Contralor General de la República Nelson Shack quien además aseguró que el próximo año no serán cientos sino miles los castigados. Dijo que en el Estado existen miles de funcionarios “corruptos así como inútiles e incapaces.” Refirió que cuando fue designado las denuncias no pasaban de 3 mil 500 al año y que ahora están por encima de las 16 mil al año. Señaló que a nivel nacional se están haciendo 3 mil 400 auditorías sobre un total de 3 mil 600 instituciones sujetas a control. Prometió que esta situación va a cambiar y que para eso se contratará este año a mil personas y el próximo año a 500 más.

De las declaraciones del señor Shack que se han difundido se advierte un corte netamente persecutorio y punitivo que no es ni debe ser la característica de su gestión en la que debería destacarse una voluntad pedagógica destinada a ilustrar al servidor sobre el sentido que debe tener su importante labor y sobre los riesgos que se ciernen sobre él en la eventualidad de que no se conduzca con arreglo a las normas que lo gobiernan.

Los anuncios que la prensa ha propagado no alientan a los profesionales más calificados para insertarse en la administración pública. Todo lo contrario, ahuyentan a los que están por entrar, desalientan a los que están allí y promueven la inacción en el ejercicio de sus quehaceres con la seguridad de que si no hacen nada no correrán ningún peligro. En cambio, si se muestran diligentes y adoptan cualquier decisión serán susceptibles de ser investigados y de ser sancionados por hacer de más o por hacer de menos. Si no hacen nada, nada les pasa. Si algo hacen, algo les puede pasar.

La consecuencia de no hacer nada es la parálisis del Estado. Se detiene la ejecución de las obras, se suspende el suministro de bienes y la prestación de servicios y todo convulsiona. Los contratistas reclaman por las decisiones que no se toman, que impiden la continuación y que encarecen sus trabajos porque tienen más tiempo a personal, maquinarias y equipos esperando las instrucciones que deben ponerlos en operación. Los proveedores igualmente están con las mercaderías despachadas o en trance de ser embarcadas y aguardan las últimas precisiones que no llegan nunca.

Las auditorías y las investigaciones recopilan los indicios de la comisión de algún delito. Es la regla general. Existe la equivocada creencia de que no pueden concluir declarando la inocencia de los servidores involucrados porque se parte de la premisa de que no hay nadie absolutamente serio y honesto en el sector público. Se piensa que mientras más personas estén comprendidas en estos procesos, más éxito tendrá la Contraloría y menos difícil será incrementar su presupuesto. No estoy de acuerdo. Me resisto a creer que esa sea la consigna.

La Contraloría tiene que ser menos punitiva y persecutoria y más preventiva y pedagógica. Debe enseñar y evitar la comisión de los delitos y no limitarse a identificarlos y sancionarlos. Mientras menos delitos haya mejor. Hay que afinar el mensaje para que la población entienda que la Contraloría es un aliado en la lucha contra la corrupción y en defensa de la correcta inversión de los fondos públicos y no un enemigo de todos los servidores del Estado.

Ricardo Gandolfo Cortés

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