domingo, 6 de julio de 2014

Se evitarán las ofertas ruinosas y habrá mejor y mayor competencia

El miércoles pasado la Comisión Permanente del Congreso de la República debatió el Proyecto N° 3626/2013-PE de nueva Ley de Contrataciones del Estado, finalmente aprobado al día siguiente. El texto definitivo no difiere mayormente del remitido por el Ejecutivo. Subsana, es cierto, un grave error que se advirtió desde este semanario y que nuestro editor puso en evidencia en diversas entrevistas en la plataforma de radio y televisión de RPP, en los diarios Gestión, Expreso y La República y en otros medios digitales. El proyecto eliminaba los límites de admisión de propuestas en consultoría de obras que desde siempre tienen un rango que oscila entre un diez por ciento por encima y por debajo del valor referencial que también se quería desechar.
Como se dijo en reiteradas oportunidades, eso puede ser procedente para bienes y servicios estándares o comodities que deben cumplir con determinadas especificaciones técnicas, que pueden ser muy precisas pero que una vez alcanzadas ya carece de mayor relevancia quién termina proveyéndolos. No es el caso de otra clase de servicios, como los que se contratan para la elaboración de estudios o para la supervisión de obras que necesariamente deben tener la mayor calidad posible para salvaguardar la inversión que hace el país no sólo en su desarrollo sino fundamentalmente en la ejecución de la obra que en esas instancias se diseña o se controla.
El Estado no puede darse el lujo de prescindir de sus mejores consultores, como ya ocurrió en el pasado, cuando se modificó el sistema de adjudicación y se contrataba finalmente al proveedor que ofrecía los precios más bajos. Los estudios así seleccionados eran un desastre y las obras que así se construyeron se caían a pedazos, no se acababan o tenían que rehacerse con costos muy superiores a los inicialmente previstos.
El sistema ahuyenta a los mejores que no se molestan en participar en esos procesos que se van a adjudicar a quienes hacen ofertas ruinosas, que son aquellas manifiestamente insuficientes para cumplir con el objeto del contrato. Como la calificación pondera con un mayor puntaje a quienes ofrecen los precios más bajos y como no hay montos límites, pues quien ofrece el monto más barato, sacrificando la seriedad del trabajo se hace de la adjudicación. Después recupera lo que ha perdido al reducir su oferta, a través de malas prácticas, confabulándose con el otro contratista al que debe supervisar, por ejemplo, que le brindará campamentos, alimentación y viáticos para su personal así como vehículos, equipos y maquinaria para sus labores a cambio, naturalmente, de que le retribuya aprobándole toda suerte de reclamos destinados a incrementar los costos de la obra.
El proyecto del Ejecutivo eliminaba el valor referencial en todos los casos menos en ejecución de obras. Olvidaba que ejecución y consultoría de obras son etapas de un mismo proyecto. Olvidaba también que, por ejemplo, bajo la modalidad del concurso oferta –que de alguna manera el proyecto suprimía de un porrazo–, el mismo postor ofrece elaborar el expediente técnico, que es consultoría de obras, y la ejecución de la obra. En ese caso, el valor referencial debe determinarse según el objeto de la obra y el alcance previsto en los estudios, tanto para una como para la otra etapa. Ambos montos se suman y el resultado es el valor referencial con que se convoca el respectivo proceso y que se utiliza para hacer las ponderaciones, establecer los rangos de admisión de propuestas y hacer la adjudicación.
Si se eliminaba el valor referencial y los límites para admitir propuestas para consultoría de obras, no habría forma de adjudicar ningún proceso bajo la modalidad de concurso oferta porque tendrían que conjugarse dos maneras de aceptar y calificar ofertas que serían contrapuestas entre sí.
Al corregir el error y permitir que en consultoría de obras subsistan los límites de admisión de propuestas en el rango de diez por ciento por encima o por abajo del valor referencial se ha salvado la modalidad del concurso oferta.
Se ha salvado al país también de las ofertas ruinosas que iban a ser un nuevo desastre y se han abierto los procesos de selección que se convoquen para contratar servicios de consultoría de obras para que haya una mejor y mayor competencia que no aleje a nadie y que por el contrario reúna a todos o cuando menos a la mayor cantidad de postores posible.

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