domingo, 13 de julio de 2025

La experiencia no puede ser desdeñada

DE LUNES A LUNES

La vía expresa del Paseo de la República denominada Luis Bedoya Reyes fue diseñada en 1966 e inaugurada en su primer tramo al año siguiente. Desde entonces han pasado 58 años y sigue en pleno funcionamiento. Lo mismo puede decirse de la Central Hidroeléctrica del Mantaro, concebida originalmente en 1945 aunque la construcción de la presa de Tablachaca, la Central I que lleva el nombre de Santiago Antúnez de Mayolo y el túnel de conexión se inició en 1967. Luego se construyeron nuevas tuberías de presión y en 1979 se pusieron en marcha cuatro máquinas adicionales. La Central II denominada Restitución fue terminada en 1984. Desde esta última fecha han pasado 41 años y desde la concepción de la obra nada menos que 80 años. Obviamente los ingenieros que participaron en la elaboración de los estudios de ambos proyectos ya no están o no están en actividad.

Las personas naturales y las personas jurídicas tienen distintos límites en el tiempo. Las primeras tienen una existencia determinada en el tiempo en tanto que las segundas la tienen indeterminada. Estas últimas a menudo sobreviven a sus fundadores y a sus primeros equipos técnicos y profesionales. Sus experiencias también las sobreviven a diferencia de las experiencias de las personas naturales que no se pueden heredar y por lo tanto no las sobreviven.

La vía expresa Luis Bedoya Reyes y la central hidroeléctrica del Mantaro, por ejemplo, son obras que operan en la actualidad y las empresas comprometidas en su diseño, ejecución y supervisión, si es que subsisten, las pueden seguir utilizando y exhibiendo para acreditar su experiencia en ambas especialidades. No es que porque ya no están los profesionales de entonces ya no puedan utilizarlas. Ahora mismo hay proyectos que una empresa emprende con un equipo humano que se desintegra y emigra a otros destinos en cuanto esos proyectos concluyen. ¿Esas personas naturales acaso dejan sin experiencia a la persona jurídica que los congregó, que ganó las adjudicaciones, firmó los contratos, consiguió las garantías y asumió las responsabilidades? Si así fuese, la experiencia de esas personas jurídicas estaría condicionada a que esos cuadros técnicos o profesionales continúen en sus planillas y eso no es así.

La experiencia de las empresas se traslada de unas a otras cuando se producen ventas o fusiones. No desaparece por más que los profesionales que hayan participado en el diseño, ejecución o supervisión ya no estén. Sólo desaparece, para las empresas, cuando éstas dejan de existir. En el caso de las personas naturales ocurre lo mismo. Su experiencia desaparece cuando ellas también dejan de existir. Mientras tanto, pueden pasar los años pero lo hecho no pierde valor en ningún momento.

Hay quienes sostienen que como la tecnología avanza muy rápidamente las obras realizadas hace más de treinta años ya no reflejan la capacidad actual de una firma que puede haber cambiado de personal clave, de maquinarias y de estructura organizacional. Por consiguiente, ese debe ser –según ese criterio– el límite de la experiencia. Se emplea la barrera de los treinta años porque se aplica equivocadamente a la persona jurídica el promedio de vida útil de una persona natural. La comparación, sin embargo, no es válida no solo por cuanto la persona natural puede terminar el proyecto y renunciar o emigrar hacia otro centro de trabajo sino porque la experiencia de la persona jurídica radica en conceptos distintos: en la modernización de sus equipos técnicos, maquinaria y herramientas de trabajo, en la posibilidad de administrar eficientemente esta clase de proyectos, en la capacidad de organizar y liderar a profesionales de distintas especialidades y de gestionar las fianzas indispensables para encarar sus trabajos y en la solvencia para resolver los problemas que se susciten durante su ejecución y su permanencia en el tiempo.

La experiencia acumulada valora la capacidad de resolver los inconvenientes y de tomar las decisiones técnicas y profesionales más adecuadas para hacer frente a la información que arrojan los equipos análisis, medición y movimiento, que pueden ir perfeccionándose con los adelantos científicos que las empresas ponen al servicio de la sociedad y de quienes han  estudiado y se ha formado para procesarlos. Mientras la firma sepa elegir a esos técnicos y profesionales su futuro estará asegurado y la idoneidad de sus labores garantizada.

Las grandes empresas constructoras y de ingeniería fundadas hace más de cien años que superviven en el mercado lo hacen en base a su reconocida reputación construida con el paso del tiempo y con el cumplimiento altamente satisfactorio de sus compromisos, con su evolución y dominio del giro en el que se desenvuelven, su estabilidad financiera, su expansión y consolidación institucional y de manera especial con su constante innovación tecnológica que les permite adaptarse a los cambios que experimenta la actividad en forma permanente.

Las principales firmas constructoras del mundo son la China State Construction Engineering fundada en 1957, la española ACS fundada en 1997, la francesa Bouygues fundada en 1952, la alemana Hochtief fundada en 1874 la sueca Skanska fundada en 1887 y las norteamericanas Bechtel fundada en 1898 y Fluor Corporation fundada en 1912. La de creación más reciente tiene 28 años y la más antigua de esta lista tiene 151 años de existencia.

Por lo general para nuevos contratos se eligen a las firmas con mayor experiencia y de mayor antigüedad. No se las evalúa en función de sus obras más nuevas porque, entre otras razones, ellas todavía no han demostrado su resistencia al paso del tiempo. Se les evalúa en función de sus obras más antiguas y según los niveles de mantenimiento y conservación que experimentan frente a los fenómenos naturales que las azotan. No se prioriza, desde luego, a las compañías que recién empiezan sus actividades o cuyas operaciones tienen pocos años.

Por eso sorprende que en el Perú solo se consideren los trabajos realizados en los últimos veinte años para la calificación de las ofertas que se presenten en las licitaciones públicas cuando ese es un plazo muy corto para medir la trascendencia de una obra. En ese contexto, proyectos como los de la vía expresa del Paseo de la República o la Central Hidroeléctrica del Mantaro que en la actualidad, como queda dicho, están en plena operación y funcionamiento no podrían ser presentados para sustentar la experiencia adquirida.

El desarrollo nacional es un objetivo que convoca a todos y del que nadie debe ser proscrito. Menos aún quienes con su esfuerzo y permanencia han demostrado que se mantienen en actividad acumulando muchos años de una valiosa experiencia que no puede ser desdeñada.

Ricardo Gandolfo Cortés

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