domingo, 23 de febrero de 2025

Los puentes en riesgo de colapsar

Según la Sociedad de Ingenieros Civiles Americana en los Estados Unidos hay aproximadamente 617 mil puentes. De ese total, un poco más de 46 mil, lo que representa el 7.5 por ciento, están en condiciones estructurales deficientes al punto que ya no requieren un mantenimiento rutinario sino su sustitución o cuando menos una reparación integral que concluya virtualmente en un nuevo puente. De esos 46 mil puentes que están en mal estado, 17 mil corren el riesgo de derrumbarse en cualquier momento con un fuerte impacto.

Para contrarrestar este peligro inminente hace cuatro años se promulgó una ley que habilitó 40 mil millones de dólares para la reparación y reemplazo de puentes en todo el país. El año pasado se autorizaron subvenciones federales por 5 mil millones de dólares para los mismos fines en 16 estados. Pese a que todas estas partidas son importantes se calcula que para reconstruir y superar los riesgos con todos los puentes en mal estado se requiere de 319 mil millones de dólares. Eso quiere decir que todos los fondos destinados a estos fines apenas alcanzan a poco más del 14 por ciento de la inversión que se necesita, lo que revela la magnitud del desafío que enfrenta la infraestructura de puentes en los Estados Unidos de Norteamérica.

Los puentes como cualquier otra estructura necesitan mantenimiento rutinario y en su momento su reemplazo porque su vida útil ha terminado. Los expertos refieren que un puente bien construido y bien conservado puede durar un máximo de 100 años. Con el paso del tiempo las columnas sobre las que descansa van cediendo y si es un puente construido sobre un río o sobre el mar lógicamente el deterioro es mucho más rápido.

De ordinario, el mantenimiento rutinario de los puentes está a cargo de quienes tienen las concesiones de las carreteras que los comprenden y que deben ocuparse igualmente de la conservación de las propias vías. Ello no incluye por cierto el retiro de los puentes y su sustitución por otros o su reparación integral que finalmente es lo mismo. En ocasiones, los concesionarios no han construido ni las carreteras ni los puentes y aún en los casos en que los hubieren construido, eso no los compromete a sustituirlos cuando su mismo uso reclama de sustanciales ajustes.

Es posible que si tales concesionarios tienen una oficina de obras se les pueda confiar la rehabilitación integral del puente, como eventualmente también se les puede encargar la reconstrucción de parte de la vía que exige una reparación que supera toda forma de mantenimiento y conservación. Pero ambos son tareas independientes y adicionales a las que puede desarrollar. De lo contrario, se confían en otros contratistas especialmente dedicados a ellas.

La reflexión es válida en circunstancias en que suele responsabilizarse a quienes deben mantener y conservar puentes y carreteras por fenómenos naturales o envejecimiento de la infraestructura y de riesgos inminentes que escapan de los alcances de sus contratos y por consiguiente que escapan de sus responsabilidades.


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