domingo, 3 de julio de 2016

Papá Gorila

DE LUNES A LUNES

Hace unos días tratando de graficar la importancia de evaluar una propuesta en función de la manera con la que el postor plantea encarar lo que es objeto de la convocatoria recurrí a la anécdota del Papá Gorila, según la cual un niño que no llevó a clases la fotografía de su progenitor con la que debía preparar un trabajo para el Día del Padre, que se ha celebrado en el Perú hace un par de semanas, no tuvo ningún reparo en extraer la figura del señalado primate de su álbum de animales salvajes y de presentarla como si fuese el autor de sus días. Para quienes se limitan a calificar un determinado requisito de las bases de un proceso de selección únicamente en función de si el postor lo presentó o no lo presentó, pues el pequeño alumno cumplió su tarea: en el espacio de la cartulina reservado para la foto de su papá había una foto. No le interesa al evaluador si es la foto de quien debía ser, de su tío, del vecino o del gorila. No analiza el contenido, se queda en la forma. Quizás así se puedan calificar algunas exigencias, pero otra no. Definitivamente.
Entre los factores de evaluación considerados en las bases estándar para los concursos públicos para la contratación de servicios de consultoría de obras se encuentra, por ejemplo, la metodología, cuya calificación sólo admite dos opciones. Se le asigna un solo puntaje que fijará la entidad para cada caso si se presenta el respectivo documento y no se le asigna ni un punto si no lo presenta. Es verdad que se agrega que la metodología debe sustentar la propuesta, pero esa es una exigencia que no habrá forma de demostrar su incumplimiento o que se prestará a distintas interpretaciones. Es verdad también que el comité de selección puede precisar de manera objetiva las características que debe cumplir la metodología propuesta en función de las particularidades del objeto de la convocatoria, pero esa es otra prerrogativa de difícil implementación.
Más práctico es asignar puntos como si se evaluara al alumno que rinde un examen o que hace un trabajo en el colegio, destacando y marcando las diferencias. Subrayando lo excelente que es lo que cumple con el objetivo de manera sobresaliente, lo muy bueno que lo cumple de manera destacada, lo bueno que lo cumple a cabalidad, lo regular que lo cumple con las justas y lo que no cumple con el objetivo o que le falta algo para llegar a él. Naturalmente esa evaluación no la puede hacer cualquier funcionario. Tiene que hacerla un experto en la materia cuya calificación podrá ser compartida, sin ningún problema, por otro especialista, de forma tal que nadie pueda aducir que se trata de consideraciones subjetivas que eventualmente pueden inclinarse en favor de un determinado candidato. Que se examine detenidamente cada propuesta y no se caiga en la trampa del niño que quiso sorprender a su maestra presentando como su papá al gorila.
EL EDITOR

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