● Si una obra no tiene adicionales puede ser que el proyectista se haya excedido y, con el objeto de evitarlos, en su diseño haya sobredimensionado sus necesidades de manera que la construcción no requiera en ningún momento de más personal, más materiales, más concreto, más fierro y más equipos. Esa práctica perversa arroja obras con costos muy altos, pero sin adendas.
● Lo mejor es que el proyectista cuide el
bolsillo de su cliente y diseñe una obra al menor costo posible con cargo a que
mientras ella se ejecute se vaya ajustando la cantidad de personal, materiales,
concreto, fierro y equipos, a través de adicionales y adendas, a lo
estrictamente necesario a efectos de llegar al costo final.
● Si una pericia revela que el monto gastado
en una obra está invertido en ella, pues todo está en regla. Sólo cabe indagar
que todos los adicionales estén debidamente aprobados. Si el monto gastado es
superior al monto invertido, hay que investigar. La diferencia puede
corresponder a construcciones temporales indispensables como vías de acceso y
campamentos, o a expropiaciones, interferencias y otros costos que no se reflejan
en la obra misma y que no advierte el perito. Pero también pueden ser pagos por
trabajos no realizados o por personal, materiales o equipos no destinados a la
obra. Ahora, sin embargo, todo eso se descubre y nada puede ocultarse.

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