domingo, 13 de junio de 2021

Los veedores de la Contraloría

La Contraloría General de la República ha convocado a la población de todo el país a participar como veedores ciudadanos para resguardar, según refirió, el buen uso de los recursos públicos en la ejecución de las obras públicas y en las contrataciones de bienes y servicios, con el objeto de sumar 2 mil 500 nuevos integrantes al Programa de Monitores Ciudadanos de Control.

Según la información que se divulgó la semana pasada, estos monitores son ciudadanos comprometidos con el desarrollo de su comunidad que de forma voluntaria y sin ninguna retribución de por medio intervienen en el control social que, por de pronto, en consideración a la emergencia sanitaria, se ejecuta de manera virtual.

La nota destaca que gracias a los monitores se realizaron 262 acciones de control por la irregular distribución de canastas básicas familiares para la población vulnerable en el marco de la pandemia que azota al país.

También refiere que estos veedores efectúan vigilancia ciudadana a las obras y otras contrataciones públicas que se les encarga en la jurisdicción de sus respectivos domicilios para verificar que se ejecuten de acuerdo a la normas vigentes, pretensión que, en mi opinión, escapa de los alcances y de las posibilidades de estos respetables ciudadanos.

Independientemente de la obra o de la prestación de que se trate se requiere de profesionales altamente capacitados y con pleno dominio de la especialidad involucrada en la operación y con el asesoramiento legal y técnico que sea pertinente. De lo contrario, los malos contratistas y malos concesionarios  -que no abundan pero que pueden multiplicarse ante la falta de un adecuado control- podrían hacer de las suyas y burlar sus obligaciones contractuales con el propósito vil de incrementar ilegalmente sus ganancias.

Está muy bien que la ciudadanía contribuya al control de las obras que se ejecutan en sus distritos y provincias. Lo que estaría muy mal es que las obras y demás prestaciones queden libradas únicamente a esa inspección.

La Ley de Contrataciones del Estado y la Ley de Presupuesto del Sector Público exigen que a partir de determinado monto toda obra pública tenga una supervisión independiente, directa y permanente contratada mediante concurso. Pese a no existir obligación alguna, las entidades también contratan supervisiones independientes, directas y permanentes para la elaboración de expedientes técnicos, para el suministro de bienes y servicios y para todas las otras contrataciones que efectúan. Lo hacen con el reconocido objeto de asegurarse que las prestaciones sea realicen conforme a lo convenido.

Por ningún motivo se puede prescindir de esas supervisiones independientes, directas y permanentes. Hacerlo puede poner en grave riesgo a la misma población. Ya se sabe que los malos contratistas y concesionarios ponen menos personal, maquinaria, equipos y materiales o de menor calidad sorprendiendo la buena voluntad de los veedores ciudadanos o actuando a sus espaldas.

De seguro que ellos, los malos contratistas y los malos concesionarios son los primeros que alientan la convocatoria de nuevos monitores que ocupen los espacios de los supervisores serios y honestos que les impiden hacer de las suyas.

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