domingo, 25 de septiembre de 2022

El principio de integridad

 Según la Ley de Contrataciones del Estado la conducta de quienes participan en cualquier etapa de los procesos que se convocan debe estar guiada por la honestidad y la veracidad, evitando cualquier práctica indebida que de producirse debe ser comunicada a las autoridades competentes de manera directa y oportuna. De inmediato. Sin esperar que rinda frutos o se ramifique el delito hasta comprender a más involucrados.

Honestidad es actuar con decencia y decoro, ser recatado, pudoroso; razonable, justo; probo, recto, honrado. Veracidad es decir siempre la verdad. Así define la norma al principio de integridad uno de los más zarandeados en los últimos años como consecuencia de los escándalos que han puesto en tela de juicio a la contratación pública y de aquellas otras denuncias que son el pan de cada día.

La honestidad y la veracidad son cualidades humanas que sin embargo no son frecuentes en ciertos escenarios en los que los actores, tanto protagónicos como de reparto, se esfuerzan por alcanzar a cualquier precio las metas que se trazan. La contratación pública no es ajena a las malas prácticas como no lo son ninguna de las actividades que se desarrollan en el país. Ello, no obstante, no es razón para eliminar esas actividades. Lo que corresponde eliminar son precisamente esas malas prácticas.

Los actos de corrupción que se han descubierto han puesto en alerta a la opinión pública sobre los grandes riesgos a los que se expone a la ciudadanía cuando las obras no se ejecutan de acuerdo a los planos, especificaciones técnicas y demás documentos elaborados para cautelar un desarrollo adecuado y armónico.

Los medios de comunicación han documentado la caída de edificios y el colapso de grandes obras de infraestructura en diversas partes del mundo por no haber seguido en su proceso constructivo todas las indicaciones del diseño y del expediente técnico o por haber relajado las exigencias en materia de fierro, cemento, equipos y maquinaria o de haber prescindido del personal técnico y profesional en el número y con las calificaciones requeridas en las bases de las convocatorias. La historia es conocida.

La integridad debe por eso ponerse de manifiesto desde el inicio de los procesos haciendo especial énfasis en la etapa de adjudicación en la que se han detectado los mayores casos de malas prácticas y la comisión de múltiples delitos y en menor medida, pero sin bajar la guardia, durante la ejecución de las obras habida cuenta que siempre para esta instancia se cuenta con mucho más control, supervisión especializada directa y permanente –que no se puede obviar en ningún caso– y una prensa y una ciudadanía comprometida que siempre deben estar vigilante.

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