domingo, 31 de enero de 2021

El costo de las oportunidades perdidas por el congelamiento de las líneas de crédito

  Las garantías de fiel cumplimiento están previstas para asegurar la cabal ejecución de los contratos. Si no hay contratos en ejecución no hay ninguna razón para mantener o renovar periódicamente la vigencia de esas fianzas porque no hay nada que garantizar, no hay ninguna prestación que cubrir. Corresponde por tanto devolver las garantías o suspender su vigencia para resguardar al proveedor cuyos costos asume y que tarde o temprano va a reclamarle a su cliente, como es lógico, habida cuenta de que cuando una obligación se encarece, se encarece para el dueño no para quien con él contrata.

Ese es, sin duda, un extremo del problema. Los costos financieros que la renovación de las fianzas innecesarias que no garantizan nada acarrean. Pero hay más. Los bancos suelen restringir las líneas de crédito de sus ahorristas cuando quieren afianzar operaciones con el Estado que a juicio del sistema representan altos riesgos por las penalidades que aplican indiscriminadamente las entidades, por las ampliaciones de plazo a las que están expuestas, por las prestaciones adicionales que sobrevienen habitualmente, por las resoluciones y liquidaciones contractuales que deciden y por las controversias que todas ellas generan.

Tener innecesariamente comprometida toda la línea de crédito con un banco genera daños y perjuicios que el proveedor está en todo su derecho de reclamarle al cliente cuya actitud manifiestamente abusiva los ocasiona. Las oportunidades perdidas son las más onerosas. Representan el denominado costo de oportunidad. La doctrina lo identifica con aquello que el contratista ha dejado de ganar como consecuencia de su abierto impedimento para participar en un procedimiento de selección. No poder obtener una carta fianza es desde luego un impedimento que puede gatillar el respectivo pedido.

El proveedor debe probar que habitualmente participa en un número más o menos constante de licitaciones en las que logra un éxito promedio perfectamente determinado. No haber intervenido en algunas de ellas, aplicando el respectivo factor, puede señalar en cuántos podría haber obtenido la adjudicación. Se reclama el monto de la suma de las utilidades de esos concursos. Si en un mes por lo general me presento a un total de diez procesos y de cada diez gano cuatro, en tres meses es fácil colegir que puedo haber ganado doce siempre que haya un promedio de diez convocatorias en las que podría haberme presentado.

La idea es analizar licitaciones de valores similares a aquellos en los que compito para hacer más realista el promedio. Es verdad que puedo no haberme presentado por otras razones distintas a la imposibilidad de obtener la fianza, pero si en tres meses no intervengo en ninguna de las que se convocan y en esos mismos tres meses tengo congelada mi línea de crédito en mi banco, la conclusión no puede ser otra: la falta de garantías es el motivo por el que no participo.

La entidad podría argüir que no es responsabilidad de ella que el banco te haya bloqueado la posibilidad de otorgarte nuevas fianzas, pero ese argumento no tiene futuro pues el banco te cierra el acceso a nuevas garantías cuando no devuelves las que tienes concedidas. Si la entidad te devuelve las que tiene injustamente retenidas, recuperas tu línea de crédito y no tendrías ningún problema.

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